SANTO ENTIERRO
En el doloroso entierro
de aquel justo ajusticiado
que por culpas y no suyas
quiso morir en un palo.
Cual campanas clamorean
los insensibles peñascos
que es bien que las piedras hables
en tan lastimoso caso.
Viste el sol bayeta negra
y la luna mongil basto
capuces la tierra y el cielo
que son del cielo creados.
La noche colgó de luto
las paredes del Calvario
y el Templo pesar mostró
sus vestiduras rasgando.
Las hachas son amarillas
que los celestiales astros
como dieron su luz muerta
amarillos se tornaron.
De la Caridad vinieron
a enterrarle los hermanos
y los de la Vera Cruz
con algunos del Traspaso.
Angustias y soledad
al entierro acompañaron
que era su Madre cofrada
y la primera que ha entrado.
No vino la Clerecía
que de doce convidados
uno sólo se halló en El
que era del difunto amado.
Para amortajar el cuerpo
dió un piadoso cortesano
de limosna una mortaja
de su inocencia retrato.
Hizo la madre el acetre
de sus ojos lastimados
derramando agua bendita
el pater noster rezando.
Con olorosos hunguentos
ungen el cuerpo llagado
de los vasos de sus ojos
mirra amarga destilando.
Llevan el difunto Dios
en los dolorosos brazos
con lamentables suspiros
tristes lágrimas llorando.
Llegan al sepulcro ajeno
y que pensamiento sabio
que para sólo tres días
basta un sepulcro prestado.
Abrió el sepulcro la boca
y recibió a Dios temblando
que aun las piedras si comulgan
han de temblar comulgando.
Alma ven a la exiquias
de Jesús enamorado
que yace por tus amores
muerto, herido y desangrado.
Mira sin luz a la luz
sin vida al que te la ha dado
condenado el Salvador
por salvar al condenado.
Mira por tí a Jesús muerto
y que muerto y enclavado
te dice: ¡Ay esposa mía!
aunque me has muerto te amo.
Mira aguestos rojos pies
y aquestas sangrientas manos
mira este rostro escupido
y este cabello arrancado.
Mira aquesta boca herida
y aqueste cuerpo azotado
y esta cabeza sangrienta
y este pecho lanceado.
Entrate en estas heridas
mas ay que sangre ha brotado
cierta señal alma mía
que este tu quien las ha dado.
Yo te perdono mi muerte
como llores tus pecados
que estoy para perdonar
aunque muerto no cansado.
Cesen ya los sin razones
alma basta lo pasado
que sea hacer de tus yerros
otra lanza y otros clavos.
Acabasen con mi muerte
tus culpas y mis agravios
por que es ofender a un muerto
de corazones villanos.
De tus culpas y mis llagas
los dos quedaremos sano
si derramases sobre ellos
mirra de dolor amargo.
Alma mis heridas cura
con este bálsamo santo
y las tuyas que tú hiciste
las podrás llorar curando.
En el plato de tus ojos
dame manjar de tu llanto
y podrás decir que a un muerto
pudo dar vida este plato.
Amame tu cómo debes
y viviremos entre ambos
tu enterrándote conmigo
y yo en ti resucitando.
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