La Ermita de San Roque es la más pequeña que hay actualmente en el pueblo (según dicen los mayores antes había otras, como la de San José situada en la calle con su nombre). Es una ermita dedicada exclusivamente a este Santo.
Se encuentra fuera del pueblo, pasada la fuente y el cementerio, en el camino que va hacia el Molino, la Torre de los Moros, la Fuente de Peñolada y Anguita.
El camino actualmente se halla en perfecto estado para realizar una bonita caminata hasta allí, tal y como se hace durante la novena que se celebra en la festividad de San Roque (16 de Agosto), cuando los fieles (básicamente mujeres) quedan en la fuente y desde allí van rezando el rosario hasta la Ermita, donde se reza la novena.
El edificio en sí presenta planta cuadrada con tejado a cuatro aguas y dos contrafuertes en el muro de mediodía. Está construido en mampostería, salvo esquinas, ventanas y fachada principal que son de la característica piedra sillar rosácea de otros edificios religiosos del pueblo.
En la fachada principal hay un porticado, donde muchos luzoneros se han salvaguardado de las lluvias y tormetas de nieve, así como muchos hemos jugado y reído a su sombra.
Hace ya unos años se realizo una gran obra de conservación por parte de la gente del pueblo, cuando se descubrieron huesos humanos al colocar el enlosado, y es que claro, antiguamente la gente era enterrada en el interior de los recintos religiosos. Hace menos tiempo, que se reparó el tejado y se pintó el interior.
El interior consta de bóveda de lunetos, y en la cabecera hay un sencillo retablo con columnas salomónicas que recoge en su hornacina central una talla de San Roque. Siempre se ha dicho que este Santo curaba a la gente, de hecho la gente cuenta que hace años había un niño muy enfermo, sus padres rezaron al Santo y éste le curó, por lo que donaron un vestido del niño al Santo que llevó puesto muchos años.
San Roque siempre traerá a la memoria, sus centenarios olmos que también quedan plasmados en las fotos que nos envió Laura López Sánchez. Estos olmos para la tristeza de todos nosotros, se vieron afectados también por la enfermedad que asolaron esta especie, por lo que hubó que talarlos, ya que ni las inyecciones ni nada consiguieron salvarlos. En la actualidad, algunos de sus troncos quedan en la explanada, en la cual pasar la tarde es muy agradable, descansando en sus bancos que colocó el Ayuntamiento, a la sombra de sus nuevos árboles y con la vista en la ermita y en los campos de cultivo de alrededor... y con la vista de frente del pueblo, qué mejor estampa?
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