Para todos los luzoneros y luzoneras, así como para muchos otros vecinos de pueblos de los alrededores, el pasado sábado 16 de julio de 2005 nunca se borrará de nuestras memorias, lamentablemente.
Aún recuerdo con total nitidez, cuando ese sábado hablé con mis padres que estaban en Luzón y me comentaron que había un fuego en la Riba de Saelices pero que en principio no parecía mucha cosa.
Me metí en la cama con una sensación extraña, como cuando tu cuerpo siente que algo malo va a pasar... y así fue. Ese mismo domingo por la mañana, me llamo mi madre para decirme que se volvían a Madrid porque el incendio iba cada vez a más y se comentaba que iban a tener que evacuar el pueblo, en principio, sobre todo por el humo que hacía que ya se respirase un poco mal. A partir de ahí, todas las alarmas y temores que tenía acumulados durante la noche, empezaron a hacerse realidad. La impotencia de no saber apenas nada, pues los medios de comunicación al principio casi no hablaban del tema, la imposibilidad de saber más de los que estaban allí por la falta de cobertura de los móviles... todo hacía que la angustia fuese creciendo según pasaba la tarde.
Cuando por la noche de ese domingo, en los telediarios salieron imágenes de Luzón y de los pueblos de los alrededores... sentí un nudo en el estómago. Siempre deseando que nuestro pueblo fuese conocido, y resulta que tuvó que ser así... ójala no hubiese salido nunca.Las imágenes que ofrecían aún eran muy pocas y no se sabía mucho. Esa noche pasó entre llamadas a los amigos de allí, escuchar la radio, sentir la impotencia... y sobre todo la angustia cuando empezaron a correr rumores por el retén desaparecido, nadie se merecía eso. Si bien aún fue peor, cuando en esas llamadas de amigos, me comentaron que Sergio, el Cascarilla, podría estar en ese retén...
Toda la noche quise creer que eso no era posible, que Sergio estaría incomunicado quizás por el fuego en otro frente, pero que estaría bien. De hecho, pensaba que sólo se trataba de una pesadilla nocturna demasiado real y que cuando me despertase, todo estaría como siempre... ójala!
Cuando ese lunes me levanté para ir a trabajar, apenas si había dormido pensando y escuchando la radio (nunca la he oído tanto) y me sentía fatal. Camino del trabajo, recibí una de las llamadas que nunca olvidaré. Era de Javier, le había acribillado a sms esa noche y me llama para decirme que el fuego en Luzón estaba ya casi controlado, pero que lo que todos temíamos y nadie quería que fuese real había sucedido. Sergio era uno de esas 11 personas fallecidas...
El nudo que sentía en la garganta y en la boca del estómago, hizó que tuviese que volver a casa ante la incapacidad de no poder trabajar. Ese fue uno de mis peores días. Lejos del pueblo, de la gente, de mis amigos... todo era peor porque quería estar allí, ir al funeral, al entierro... pero la distancia lo impedía todo.
Aún hoy que han pasado ya varios años, sigo sin creerme del todo que no volveré a ver a Sergio. Ese chico que siempre fue un trasto, dispuesto siempre a gastar una broma, pero que tenía un gran corazón, y una gran familia a la que siempre recuerdo.
Aún no he visto todo el pinar. Es como si parte de mí, se negase a aceptar lo ocurrido y no quisiese ver lo evidente. La primera vez que fuí al pueblo tras el incendio, me pusé a llorar al ver los montes pelados y pensar que seguramente no veré más el pinar como lo conocí. Pero más aún dolor, al pensar en mi padre o en gente como él, que de seguro ya no lo verán con todo lo que han pasado y luchado por él...
Desde aquí, un abrazo enorme a todas las familias de las 11 víctimas del incendio, así como a las de los dos que murieron durante la tala y limpieza del pinar, pero sobre todo a la de Sergio. No os olvidaré...
PEÑI TREVIÑO
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